Manos sobre el teclado, pantalla en blanco. Nulidad mental. Miro a la derecha: balcón semivacío, ficus y vecinos. Miro a la izquierda: sillón y pared, Simpsons por doquier. Los minutos atraviesan el lugar y ni una idea se me cae. Espero, espero.
Me entretengo con el puntero del mouse, hasta que los ojos se me iluminan y lo noté... hace ya largo tiempo que no escribo. Se me acabó la mínima chispa que alguna vez dijeron que poseía. Uno más que se retirará sin haber comenzado, probablemente.
La falta de ideas proviene, creo yo, de la falta de vivencias; los días cuando coinciden con el ciclo lectivo se ven inundados de monotonía y vulgaridad. En cambio, las vacaciones, el tiempo libre, los viajes, fomentan por sobremanera la imaginación... sin lamentarlo, las últimas vacaciones de invierno las utilicé para tomar práctica y nuevas técnicas de edición de video y sonido, por lo tanto, la narrativa-descriptiva que suelo intentar quedó relegada.
“No me apuren bajo la lluvia que más adelante llueve igual”. ¿Qué beneficio puedo obtener de forzar las ideas? En mi humilde caso, ninguna. No obtengo más provecho que la satisfacción personal al escribir, por lo tanto, si la obtengo de igual manera con una cámara, filmando y/o sacando fotos, bienvenido sea. El problema es “el compartir” los resultados con este medio. No siempre se puede, no todo es digno.
Alguna vez escribí dos sueños que tuve, creo que mis próximas ideas tienen que venir así... de la nada, o mejor dicho, del inconciente o algún lugar que esté ahí previamente pero no sepa llegar (inspiración lo llaman algunos).
Anoche soñé con una persona famosa, anteanoche también, espero que no se haga costumbre porque lo disfruto pero no me divierte. Tengo una teoría sobre mis sueños (no la aplico a los demás, es solo personal): si pasa en un sueño jamás pasará en la realidad. No es tan malo como puede sonar en la primera vez, desde que pienso así ya no fantaseo con que It me ataque en la cocina de mi casa, ni que un chancho jabalí me corra durante un campamento de boy scout y me tenga que encerrar en un baño portátil. Obviamente, tampoco voy a hacer cosas buenas como fiestas extrañas con padres de mis amigos y música alienígena, pero bueno, son pequeñas utopías muertas en intercambio con la paz de seguir durmiendo sin remordimiento.
Casi olvidaba, dos sueños recurrentes tuve en mi vida (y hace tiempo ya que no me acosan), el más antiguo involucraba una persecución también, pero eran distintos monstruos, animales, etc. que me intentaban alcanzar y el problema se generaba al llegar a mi morada (no siempre era mi casa), donde abría la puerta, entraba y al querer cerrarla... notaba que la puerta era más pequeña que el marco, o sea, no llegaba a cerrar nunca, quedaba como una puerta vaivén, hasta que me alcanzaban los persecutores y en el forcejeo por ver quien se quedaba con mi cuerpo, despertaba.
El segundo es más sencillo de explicar: un auto, me subo, quito el freno de mano, no se manejar, la calle está justamente empinada, toma velocidad el carro, no lo puedo detener, antes de estampillarme contra algo, despierto.
Lo que único que me hace creer que tendría que cambiar toda esta pseudofilosofía de bar barato en pleno verano es soñar con esa chica, con la que hace vibrar a Jah mismo, la que sin verla me ilumina, la Reina que lleva miel a mi colmena.
No te preocupes, lector, son sueños... de los sueños salen las ideas... al menos, un humilde servidor, así lo cree. Ningún sueño lo considero real, tampoco sus ramificaciones/influencias.

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