Judoca.-

Te he visto ganar una medalla de bronce en los juegos olímpicos. Te emocionaste e hiciste palpitar los corazones de medio país, incluso de aquellos que desconocemos el deporte que practicas. Llegaste a China siendo una anónima integrante de la “misión argentina”, regresaste a Argentina convertida en una heroína con nombre y apellido.
Ya creo que la fama en algún punto te va a pesar, o te va a doler si te olvidan, pero podes estar tranquila: al menos en este ser habitarás por siempre. Miré tu combate en vivo, te observé en muchos programas de nuestro país, no comprendía como es que, de a poco, alguien que no conozco iba entrando tanto en mí, como si fueras parte de mi vida, de mi infancia incluso.
Jamás pensé que una personita tan pequeña podría tener tanta fuerza, y no me refiero a la física. Jamás pensé que iba a mirar “la caja boba”, “el cíclope maldito”, o como le llames a la televisión, y me iba a sonreír de ver a alguien allí, pero es esa sonrisa que me sale cuando me rencuentro con alguien, esa que no demuestra alegría sino emoción, de la pura, desde el alma. Algo con vos... no por tu cuerpo, no por tu medalla, es por tu ser, por lo que transmitís, por lo que me dejás ver.
Con tus ojos claros emanas una dulzura única, esa que viene de la gente de humilde espíritu. Tu rostro angelical invoca la paz. No creo que nos crucemos jamás (no creo en la suerte y el destino no me favorece tanto, en estas cosas), pero se me vienen a la mente cien cosas que te diría, un mil que te haría, un millón que sentiría... Más que seguro estoy: mis cachetes se pondrían rojos, mi boca se atolondraría, mis ojos brillarían, mis manos sudarían más de lo normal (aún), en fin, mi mente se nublaría por completo y a pesar de que tengamos la misma edad son pocas las probabilidades.
¿Qué puede hacer este pequeño sedentario ante una atleta olímpica? Con soñar voy a tener que conformarme. Perdoname por no haber llegado antes a tu vida, antes de que seas reconocida en todo el país, antes de que tengas a tantos intentos de personas decentes admirándote, deseándote.
Desde acá solo queda felicitarte Paula Pareto, por tu medalla de bronce, que vale oro. Y por un espíritu, que no existe precio alguno sobre esta tierra para compararlo...

Si, si, ya se: bastante tarde. Pero bueno, estaba sin conexión, ¿qué querés que haga?

0 Comentarios aquí: